lunes, 21 de mayo de 2012

ella sin rostro...


Caminaba de manera tranquila sobre un fondo blanco sin fin, sin color, cuando aparecieron figuras sin sentido de ser o estar que no puedo explicar con certeza. Algunas imágenes brillaban hasta hacerme entrecerrar los ojos pero otras eran borrosas, casi invisible y algunas estaban tachadas al punto de ser ilegibles. Pude ver a la chica de los lentes rosados observando como me convierto en contorsionista en medio de sus manos, pude ver a la niña del espejo abrazada de una pierna larga mientras llora para adentro cuando cruza por mis ojos, también estaba la chica de papel, esa que no ardió a pesar que la dejé cerca de la fogata. Por ahí andaban las de los salvavidas, una a quien quise rescatar de la tempestad pero encontró barco que se la llevara cuando ya me había lanzado al agua y la otra que llegó en un barco siguiente para arrojarme mucho botes y muchos chalecos pero no quise tomarlos y empecé a nadar a contra corriente. Cruzó la niña mala, que se portaba bien de cuando en vez, que no quería que la recuerden pero hacía todo para no olvidarla, nunca supo realmente como ser mala. Me alegró ver a la más pequeña con papel y lápices en la mano saliendo del parvulario, además pude ver a la dueña de la montaña que solo sabía decirme vamos a nuestra casa a pesar de que yo estaba en la mía bien abrigado. Pasaron cual lluvia las que no tiene nombre ni apellido y que sólo tienen rostro de noche o de día pero no consiguen uno para toda la vida, las vi aparecer desde el cielo para luego diluirse al llegar a la tierra. Anduve poco rato tratando de buscar una que hablaba en 20 idiomas pero parece que se mudó a otros recuerdos. Fue un viaje singular del que no estoy seguro estar muy contento pero ciertamente no estoy molesto.